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domingo, 1 de mayo de 2011

Miralda, el ceibeño " Gustavo Zelaya "

Así es que conozco a Jorge Miralda, como el ceibeño. Junto a otros amigos, casi todos del barrio Morazán, nos encontramos con el ceibeño en el primer carnaval de Ceiba, según nosotros andábamos cumpliendo la buena acción, colaborando en cosas de primeros auxilios, vistiendo pantalón corto de boy scout y con mochila al hombro. Espero que no les cause risa nuestro pasado en esa institución, pero de ella han salido bastantes miembros de la Resistencia, muchos están canosos pero incansables, otros ya eran futuros cuadros de la derecha golpista, hijos de empresarios reaccionarios, y uno que otro vulgar soplón, cobardes orejas que se pasaron con todos sus maritates a las filas de la reacción. Y ahora, desde el 2009, andan muchos jóvenes pintores, los artistas callejeros con sus botes de espray, los actuales mensajeros que han hecho suyas las paredes para hacerlas hablar, que son también Rovers scouts participantes de los distintos grupos políticos de la Resistencia. Anónimos peludos y dispuestos a la pintada.

Después, entre 1970-1980, Miralda y los que andábamos en Ceiba activamos en la FESE o en el CLES. Nada ilusos, pero un poco soñadores y seguros que se hacía algo importante. Como cualquier persona, los que conocimos al Ceibeño antes de 1970, nos ponemos vanidosos porque reclutamos a Jorge, lo arrancamos de su puerto y lo convertimos en ciudadano de Tegucigalpa, de esta difícil ciudad. Que orgullo compadre. A muchos les ha de caer mal y otros se ha de burlar por el trabajo de Jorge. Se ponen muy técnicos y critican su estilo literario, tratan de definirlo y no creen que encaje ni en el género de la “crónica” o de la “prosa”. Lo mismo decían muchos cuando intentaban “analizar” los “sucesos” del 28 de junio de 2009. Tampoco encajaba en las tradicionales concepciones de los golpes de estado como tampoco encaja la clase oligárquica nacional en el término de “fascismo”. En Honduras las cosas se definen ahora de otra manera. El alcance de las “Crónicas del Golpe de Estado” es tan importante que se han convertido en fuente obligada de consulta para muchos interesados en los que pasa en nuestra tierra, y siempre serán parcializadas, nada neutrales y escritas desde la subjetividad de Miralda. Mejor no pueden ser.


Se puede criticar el estilo, la redacción, el nombre que él da a sus escritos, pero su esencia es lo primordial y va a permanecer cada vez más enriquecida. Aunque le falte algo. Lo que no es criticable, lo que es inaceptable es convertir a Jorge Miralda en objeto de insultos y ofensas. Todo lo ha hecho a costa de miles de riesgos que han puesto en peligro su propia vida. Incluso, ha puesto en riesgo el alimento diario, y esto él no lo dice y no se jacta de nada. Es suficiente con que la policía y otros cuerpos de seguridad lo vigilen y lo acosen, es suficiente con que sus pulmones sean inundados por gases y su espalda golpeada por toletazos. Pero no se puede permitir que se le convierta en lugar de escarnio. Hablando en el lenguaje del barrio donde convivimos con el Ceibeño: “dejen de joder a Jorge Miralda, ombe”.

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