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martes, 24 de mayo de 2011

Honduras: A la puerta de más conflictividad, pero también de acuerdos

Honduras es una caja de incertidumbre, pero en un contexto político y social crispado el próximo retorno del caudillo liberal, José Manuel Zelaya, se advierte como presagio de una mayor conflictividad, pero al mismo tiempo de eventuales acuerdos con el gobierno de Porfirio Lobo.

Zelaya, que pondrá fin el 28 de mayo a 23 meses de destierro, reúne todas las cualidades que el imaginario popular identifica para el salvador de sus infortunios históricos. “Con Mel Zelaya la esperanza ya tiene anfitrión”, dice el verso de una canción que suena en una de las radios que lo respaldan.


Escuche el informe de Manuel Torres

El simple anuncio de su retorno provocó una catarsis colectiva de sus seguidores, agrupados en el Frente Nacional de Resistencia Popular (RNRP). En Radio Globo, estrechamente ligada a Zelaya, su planta telefónica se saturó de llamadas de hombres y mujeres que literalmente lloraban de alegría.

Regreso
Por las vísperas no hay duda que el recibimiento que tendrá será multitudinario, similar o más a las 200 mil personas que lo despidieron el 27 de enero de 2010, cuando partió rumbo a la República Dominicana luego de cuatro meses de encierro en la sede de la embajada de Brasil en Tegucigalpa.


De hecho, Tegucigalpa será desde el viernes una plaza de la “resistencia” y se preparan verbenas populares para las caravanas que llegarán desde el interior. Preparando el ambiente desde muchos lugares oyentes piden a las radioemisoras que pongan “Jefe de jefes”, la popular tonada del grupo mexicano “Los Tigres del Norte”.

La canción, que el grupo le cantó a Zelaya en Casa Presidencial unos meses antes del Golpe, parece describirlo mejor que los informes diplomáticos: “Soy el jefe de jefes señores/y decirlo no es por presunción/muchos grandes me piden favores porque saben que soy el mejor/ han buscado la sombra del árbol para que no les dé duro el sol”.

Por lo pronto, Zelaya, de 59 años, es el “jefe de jefes” indiscutido en la resistencia, no hay segundo que haga sombra a su liderazgo. La pregunta es cómo empleará ese poder y en qué dirección.,

Tensión
De momento el retorno de Zelaya ya tensó la cuerda interna de la resistencia, fraccionada entre sectores con distintos enfoques políticos. Un grupo sueña a la resistencia como un movimiento social de oposición y otros abogan porque se convierta un partido político que compita en los próximos procesos electorales. Ente ambas, la última opción es la más probable ya que incluso es uno de los cuatro puntos que la mediación internacional encabezada por los presidentes de Colombia y Venezuela la han pedido a Porfirio Lobo.

La solicitud es para que la resistencia no tenga que cubrir los requisitos legales, parecidos más a obstáculos que a oportunidades, que fija la Ley Electoral. Por el momento no hay respuesta oficial, pero sí un precedente, puesto que en 1991 un gobierno conservador invitó a la izquierda a formar un partido y se lo legalizó. Desde entonces el Partido de Unificación Democrática participa en todos los procesos electorales, con menos de 2% del electorado.

La duda con la resistencia es si Zelaya piensa competir por el poder a través de un nuevo partido o si prefiere intentar recuperar el control del Partido Liberal, cuya dirección actual respaldó el golpe de 2009.

Victoria política
Más allá de las expectativas y dudas partidarias, para Lobo la traída de Zelaya es una victoria política agridulce. En principio gana con el inminente retorno de Honduras a la Organización de Estados Americanos (OEA), lo que conlleva el reconocimiento diplomático internacional a su gestión y libera recursos económicos retenidos, pero a cambio recibe el rechazo de la “extrema derecha” y tendrá que convivir en su propio patio con la influencia del ex gobernante.

De hecho, este país se apresta a vivir una extraña paradoja con dos presidentes que tienen papeles intercambiados, uno formal (Lobo) y otro de facto (Zelaya). De lo que no cabe duda es que en el horizonte político hondureño, la inestabilidad es lo único seguro, pendiente de decisiones claves que generan mucho antagonismo, como la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.




En ese entorno, Lobo parece tener claro su objetivo político: sostenerse en el poder, lo que explica su estrategia de dar concesiones políticas a la “izquierda” y concesiones económicas para el influyente empresario de derecha.

El gran ausente por el momento es la reflexión sobre la profunda crisis económica y social que afecta al país, y las posibles alternativas para enfrentarlas. La única propuesta sobre la mesa es la gubernamental de ofrecer grandes proyectos a los inversionistas extranjeros. Ante ello la “resistencia” no tiene contrapropuesta y su oferta es que con Mel Zelaya y la Constituyente “la oligarquía y su modelo de dominación será vencida”.

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