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sábado, 16 de abril de 2011

Lecciones de hipocresía " Oscar Moncada Buezo "



Las declaraciones recientes, vertidas por algunos de nuestros políticos y empresarios más connotados, en relación a probables relaciones comerciales con el gobierno de Venezuela, en búsqueda de petróleo en condiciones favorables mediante el regreso al convenio de Petrocaribe, así como la sorpresiva reunión sostenida el sábado anterior entre los Presidentes Porfirio Lobo, Hugo Chávez y Manuel Santos, movida diplomática realizada - supuestamente - a instancias del último, ponen de manifiesto, en primer lugar, los alcances de una política realista, a la que están obligados a acudir especialmente los países menesterosos como el nuestro. Al mismo tiempo, tales acontecimientos exhiben, en todo su esplendor, la hipocresía, la manipulación y las mentiras que suelen utilizar im
portantes sectores de nuestras élites, en su afán de perpetuar el sistema prevaleciente, a fin de conservar sus privilegios.

No es que sea malo lo acontecido; no, de ninguna manera; a fin de cuentas, Honduras necesita resolver su crisis social, económica y política, que actúa cual círculo vicioso, potenciando sus diferentes vertientes entre sí, hasta atraparnos e impedir nuestro desarrollo, lo que nos condena a vivir en un país de cuarta categoría, especialmente a los pobres, quienes ven lejano el día en que saldrán de esa miseria material y espiritual que envilece su existencia. Claro está que cualquier arreglo negociado que nos permita volver a la normalidad será bienvenido, siempre que exista algo de honestidad y buena voluntad; los que han gozado de privilegios desmedidos durante décadas deben entender que su tiempo acabó y que deben generarse condiciones para que exista una mejor distribución de la renta y la riqueza.

Admitiendo la necesidad de una política pragmática y la urgencia de negociar, entonces, conviene escudriñar y contrastar las actuaciones pasadas de los que antes se opusieron a todo cambio. Además, debe indagarse qué hay detrás de su nueva actitud; cuáles son los intereses económicos que les movieron anteriormente y qué les mueve hoy. De lo que trata este comentario es de resaltar la doble moral de muchos de nuestros políticos y empresarios para que la ciudadanía vaya tomando conciencia de estos detalles e ir acumulando experiencia para, en el futuro, adivinar sus intenciones y con ello evaluar mejor sus actuaciones.

Las justificaciones esgrimidas por el clan político-empresarial que ejecutó el golpe de Estado de 2009, en colusión con una fuerte grupo mediático y religioso, quienes instrumentalizaron a militares, políticos y a nuestras instituciones de justicia, acostumbrados todos a un servilismo ilimitado, se basaron en argumentaciones tan maliciosas, idiotas y falaces que uno no termina de conmoverse y admirarse de hasta dónde llega la ausencia de honor y lealtad al país de nuestros “líderes”. Fueron, precisamente, el dinero, el temor a la influencia venezolana [como parte de la corriente política suramericana que con pleno derecho intenta independizarse de EUA y Europa] y la creación de unas pocas leyes, más de orientación y beneficio general que elitista, las causas que dieron lugar a la conjura, al gobierno espurio posterior y en definitiva, al origen y las actuaciones del actual régimen.

Una de las primeras actuaciones del gobierno de facto del dictador RMB – con apoyo del partido Nacional - fue modificar la fórmula que establecía los precios de los combustibles, haciéndolo en franco beneficio de las transnacionales importadoras; luego, juntos cambiaron las condiciones de licitación para el suministro privado de energía eléctrica. Todo ello en perjuicio de la economía del país. Después, el gobierno actual se estrenó eliminando la Ley de Participación Ciudadana, no obstante y para engañar al pueblo, incluyeron 15 meses después ese mismo nombre como parte de la Ley con la que pretenden transformar – según ellos – la educación pública. Enseguida rompieron el convenio de Petrocaribe y denunciaron y retiraron al país del tratado del ALBA.

Luego, el mismo Partido Nacional justificó las propuestas del gobierno de Zelaya, modificando los artículos constitucionales que permiten la reelección, mediante la reglamentación del Plebiscito y el Referéndum. En esta dinámica de imitación, es que ahora se les ve – con la cola entre las piernas – gestionado y promoviendo bajo la mesa reuniones con el Presidente venezolano, implorando petróleo barato para combatir – esperamos todos – las tendencias alcistas que muestran los combustibles, pero también, negociando una suerte de reconocimiento internacional que este gobierno necesita, dadas las circunstancias en que se originó.

De los empresarios que ahora apoyan Petrocaribe, sólo recordemos que son justamente los mismos, que mostrando su desprecio hacia el pueblo, se atrevieron a ofrecer rebajas en los productos de consumo a quien demostrase - con su dedo manchado – que había votado en aquellas elecciones que hoy les hacen sentirse con autoridad para reprimir a cualquiera que se les oponga.

Por todo lo anterior, los hondureños ya no debemos tolerar esta conducta tan pertinaz para irrespetar la Ley de nuestras élites políticas y empresariales; tampoco debemos ver con indiferencia cómo moldean exclusivamente hacia sus intereses económicos y su ideología todo el destino del país, el de sus instituciones y el de sus habitantes. Estas supuestas inconsistencias se explican por su desmedida ambición hacia el poder y el dinero; consecuentemente, el resto de los hondureños deberemos aprender la lección para comprender que los intereses de la oligarquía local no son en manera alguna los de la ciudadanía; por ello estamos en obligación de obtener una cierta cultura, educación política y un sentimiento de ubicuidad social que nos permita, en el futuro cercano, determinar nuestros verdaderos intereses, los que deberemos defender a toda costa.

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