Necesitamos ayuda psiquiátrica " Eduardo David Ardón "

Esta vez, no me referiré a los distintos aspectos de la vida política y social del país que abundan y nos cansan de tanto repetirlos y no encontrar respuestas y soluciones a los mismos.
No, analizare una situación que a la mayoría de la gente, no le interesa mucho y lo consideran de poca monta, pero, que en realidad tiene implicaciones sociales y psicológicas de gran envergadura y significancia.
Se trata de la actitud cruel hacia los animales, que a pesar de su brutalidad, no aparece en las páginas de los periódicos, a no ser cuando se le da connotación de morbo al estar relacionado con alguna persona y llama poderosamente la atención de los encargados de las ediciones.
Los hondureños vemos como un “deporte” el exterminio de los animales que son, al igual que los humanos, resultado de la creación de Dios. Nos revestimos de un sentimiento de superioridad ante los indefensos, inconscientes y a veces débiles animalitos.
Pero, en cada persona, que tiene como conducta la crueldad hacia los animales, encontramos a un psicópata, que por lo general, esta propenso al crimen y al asesinato de personas como ocurre diariamente en el medio en que nos desenvolvemos.
Muchos científicos norteamericanos han realizado investigaciones y escritos, en los que señalan que cada vez mas, existe intima relación entre los actos de abuso violento con los animales y otros crímenes que van desde la drogadicción hasta los asesinatos en serie.

Es un hecho incontrovertible, que detrás de un crimen existe una historia de abuso y crueldad hacia los animales. La mayoría de estos sujetos están en las cárceles, pero los hay también en la sociedad.
Se ha demostrado por científicos y especialistas en el tema, que los animales tienen emociones, pero el respeto que les demos no solo es por esa capacidad, sino porque son seres vivos, que han evolucionado de especies que habitaron en la tierra primero que los humanos.
La humanidad ha practicado y practica la crueldad hacia los animales en todas las épocas. Para el caso, la lidia de toros, es un ejemplo morboso y cargado de dolo y alevosía, que en las plazas de toreo, aplauden al personaje que con lujo de sadismo, aprovechándose de la inconsciencia del toro, clava la espada en la cerviz del animal cuando este esta cansado por la perdida de sangre por las heridas que le ocasionan durante el proceso de la lidia.
Igual es la pelea de gallos, que se echan a pelear hasta que se degollan y sirve de placer para las personas que asisten a estos detestables espectáculos.
Detrás de estos dizques “deportes”, esta la idea y el pensamiento del hombre, que cada vez más se envilecen en aras del negocio y la ganancia del dinero fácil.
Muchos de nosotros podemos recodar, cuando cursábamos los años escolares, que los maestros nos pedían que coleccionáramos picos de distintas aves para presentarlos en álbumes en el periodo de exámenes. También para conocer las partes del cuerpo de los batracios nos mandaban a matar sapos para abrirlos y observar sus partes.

Naturalmente, existen personas amantes de los animales, que los cuidan a la perfección al convertirlos en mascotas de sus hogares. De este tipo de gente, surgió la idea de protegerlos y fundar las asociaciones protectoras de animales que en muchos países han decretado leyes que prohíben la crueldad y el exterminio de animales.
En Honduras existen infinidad de casos de crueldad y abuso del cual estamos hablando. Muchas especies, en nuestra biodiversidad se están extinguiendo o ya se extinguieron por la costumbre criminal de poseer una reliquia en la pared de su casa.
Para el caso, el venado cola blanca, es una especie en extinción, a pesar de ser un símbolo de la fauna hondureña declarada por el Congreso Nacional el 28 de Junio de 1993.

El venado cola blanca vive en sierras y llanuras muy ricas en vegetación. Preferentemente sale por la noche y practica una vida solitaria. De las dos especies de venados que existen en Honduras, el cola blanca es el de mayor tamaño, además de sus dos depredadores que son el puma y el jaguar, hay un tercero que es el de mayor peligro: el hombre, representados por los hijos de la oligarquía criolla.
Estas prácticas se dan, porque los padres no enseñan desde pequeños, a sus hijos, a amar la naturaleza con su flora y fauna. Como ocurre que los padres demuestran indiferencia y ningún interés por enseñar las buenas costumbres hacia los animales, los hijos no aprenden a quererlos y los tratan, por tal razón, como enemigos.
Así observamos diariamente el odio a los gatos y a los perros callejeros.
Leyendo un periódico de la capital, nos enteramos de la conducta asesina de animales de algunos hondureños, que como dice el pueblo, pertenecen a “buenas familias”, lo de buenas, es porque tienen dinero y ejercen altos puestos públicos.
Nos refieren que un compatriota de nombre Nelson Abdala, amigo del Alcalde Ricardo Álvarez y quien funge como Director de Ordenamiento Territorial de la Alcaldía del Municipio del Distrito Central, (AMDC), se dedica como afición, a cazar diferentes animales, con el agravante de que invita a su familia a que presencie la destrucción de nuestra fauna.

En distintas zonas del norte y sur del país, durante mucho tiempo, la población ha presenciado y presencia, como Miguel Mauricio Facusse y sus amigos, hacen expediciones para cazar distintos animales en las propiedades del Bajo Aguan, apropiadas ilegalmente.
Sumemos a la lista, a Eugenio Canahuati, hijo de Roberto Canahuati, inversionista del Mall Los Castaños, que también participa de la práctica criminal, inhumana y contraria a las enseñanzas de Cristo, de exterminar a mansalva, sin que nadie diga ni haga nada, a la rica fauna hondureña.
La actitud inhumana mas reciente en contra de los animales, la observamos en la Catedral Católica del parque central de la capital, en la que están muriendo miles de palomas de castilla por órdenes del Cardenal Oscar Andrés Rodríguez, demostrando, con tal actitud, un total desprecio por la vida.
Todos estos ejemplos de personas que se consideran honorables y dignas, demuestran palpablemente que los hondureños, sin distingos de ninguna clase, necesitamos un examen psiquiátrico para curarnos de las taras y aberraciones que nos hacen cometer tales crueldades.




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