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miércoles, 23 de marzo de 2011

Los derechos de movilización, de protesta y a la vida " Víctor Manuel Ramos "

Estafeta

Por enésima vez la policía ha salido a las calles a reprimir, en todos los ámbitos del país, al pueblo que se manifiesta mostrando su descontento por lo que ocurre con el IMPREMA, por las intenciones de Juan Orlando Hernández de imponer una ley que municipaliza la educación y abre las puertas a su privatización -en respuesta a una de las exigencias del BID- y por los intentos de desbaratar -en cumplimiento de otra directriz del BID y del Banco Mundial-, el Estatuto del Docente. Por el contenido de las protestas, la columna vertebral de éstas la constituyen los maestros organizados en sus Colegios magisteriales.
La causa por la cual luchan los maestros ha logrado la solidaridad de los padres de familia, de los estudiantes y del pueblo en general que ven en las intenciones del gobierno su interés por ir, paulatinamente, sacudiéndose sus obligaciones sociales para con los desposeídos de este país, consignadas en la Constitución de la República, violada, según la teoría de Castillo, siempre y cuando sea necesario.
La brutalidad con que ha respondido la policía y los militares en contra de los manifestantes nos traen a la memoria los acontecimientos más amargos que acaecieron en contra de los manifestantes hondureños cuando salieron a las calles a repudiar el golpe de Estado militar en contra del Presidente Zelaya, violencia que se tradujo en múltiples atropellos con garrotes, gases lacrimógenos, detenciones arbitrarias, persecución y muertes.



Por desgracia hay ahora una nueva víctima, la maestra Ilse Ivania Velázquez, hermana de Manfredo Velázquez, quien fuera desaparecido y asesinado por el régimen de represión que dirigió el General Álvarez Martínez y el ataque a los periodistas que informan sobre los acontecimientos. Esta represión, en vez de amedrentar a los maestros y a la ciudadanía más bien les ha dado más ánimos para continuar en la lucha por derechos que consideran conculcados.
El gobierno no solo a respondido con la violencia que ha incluido el hecho de tirar bombas lacrimógenas en las calles de las residencias vecinas al IMPREMA, en Las Colinas y El Hogar, en donde habitan niños y ancianos que nada tienen que ver con el conflicto, sino que también ha emitido en un decreto de emergencia para avalar los despidos que les permitirían enchambar a sus acólitos.
El señor Lobo, quien parece ser prisionero de la cúpula militar y de la dirigencia del Ministerio de Seguridad, se niega rotundamente al diálogo con los maestros, con el objeto de poner freno a las protestas y de satisfacer las justas demandas, por cuanto si él se considera como el dirigente de un gobierno democrático, no puede desconocer el clamor de las mayorías.
Pero resulta que quienes toman las grandes decisiones en Hondura no son los gobernantes, legítimos o ilegítimos, sino los personeros de la gran Banca internacional que se encarga de oxigenar, con dólares, las maltrechas economías de nuestros países, llevadas a la condición de miseria por la corrupción incorregible que nos corroe.
La policía alega que sale a defender el libre derecho a la movilización que se consagra en la Constitución, pero es la misma policía y los militares quienes en reiteradas ocasiones impiden el libre tránsito, como cuando impidieron, mediante la violencia y el asesinato, al pueblo ir a reunirse con Zelaya en la frontera con Nicaragua; cuando impidieron a los hondureños acercarse a Zelaya cuando éste estaba refugiado en la Embajada de Brasil, o cuando se les antoja cerrar las calles aledañas a las oficinas del Ejecutivo, y cuando le impiden al mismo Zelaya transitar libremente por Honduras, que es su patria. Esta defensa a ultranza de este derecho de la población, que no es más que una débil justificación, se contrapone con otros derechos, mucho más sagrados, como es el de la protesta y el de la vida.
Las manifestaciones han sido reprimidas y disueltas con el uso extremado de la fuerza en defensa, según la policía, del derecho a la libre movilización, pero se violenta el derecho a la protesta y a la vida. Esto nos conduce a reflexionar si realmente la policía actúa correctamente cuando a cambio de que pasen los autos por una avenida es necesario cercenar vidas.
El Señor Lobo, frente a estas circunstancias nada halagüeñas, debe sentarse a reflexionar sobre el rumbo por el cual quiere conducir a Honduras, pues el poner oídos sordos al clamor del pueblo solo conduce a la insatisfacción, a la protesta y, también consagrado en le Constitución, a la insurrección. Ahí tiene el reciente ejemplo de Túnez y Egipto y lo que actualmente ocurre en Yemen, Bahréin y otros países árabes. Para un pueblo decidido no hay ejércitos que lo contengan en su lucha por la libertad.

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