Partido Liberal: “Yo no fui” por Roberto Quesada

El Partido Liberal, o lo que queda del otrora partido mayoritario en Honduras, celebró, con más pena y sin Gloria, 118 años de edad y dos de agonía, para totalizar 120. En sencilla ceremonia y con escasa concurrencia se escucharon discursos que ya no calientan, mucho menos encienden, a las masas, que en tiempos de nuestros padres y abuelos, vitoreaban el rojo y blanco y por esa bandera eran capaces de abalanzarse contra su compatriota, machete en mano.

La desilusión reina en el Partido Liberal y ahora buscan culpar a otros de los que la minúscula dirigencia hizo, en esta pequeña reunión en el CCEPL alguien dijo, en nombre del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal: “Zelaya no concluyó su período presidencial porque, aprovechándose de las contradicciones internas del Partido Liberal, las fuerzas conservadoras tradicionales de nuestro país propiciaron espacios para dar, el 28 de junio de 2009, un golpe de Estado o sucesión presidencial, maniobra política que aprovechó el Partido Nacional para conquistar el poder".

Esto que pretende ser una denuncia contra el Partido Nacional, se convierte en un bumerán de la dirigencia que arrastró al caos al Partido Liberal y al país entero. Tratar de responsabilizar al Partido Nacional de aprovechar una “maniobra política”, es, sin duda, reconocer los méritos del Partido Nacional. Aceptar que el Partido Nacional utilizó con destreza las tácticas del juego e hizo caer a la centenaria dirigencia Liberal en la trampa de asestar un golpe de Estado contra uno de sus propios miembros, es reconocer la derrota. Visto desde allí. ¿quién fue más listo y demostró capacidad para sacarle ventajas al adversario? Indudablemente, el Partido Nacional.

La etiqueta de golpistas es un estigma del que ya jamás podrán liberarse una fracción, minoritaria si se quiere, de la dirigencia del Partido Liberal, y si bien es cierto que participaron nacionalistas en el golpe de Estado, lo hicieron a titulo empresarial y/o personal, teniendo la precaución de alejar en la medida de lo posible al Partido Nacional como institución. Y con esto lograron que esa dirigencia del Partido Liberal se fuera de cabeza a lo profundo del pozo.

No hace mucho esta dirigencia Liberal golpista intentó culpar a los nacionalistas de estar realizando un mal gobierno. Otro craso error, ese intento es señalar con el índice a la administración Lobo Sosa y apuntar hacia sí mismos tres dedos. Los aciertos y desaciertos de la actual administración son de responsabilidad compartida con los demás partidos, pero especialmente con el grupito golpista del Partido Liberal. Se trata de un gobierno de unidad, en el que esa dirigencia cayó en afán desesperado por blanquear el golpe de Estado, por tanto ahora no pueden responsabilizar al presidente Pepe Lobo ni al Partido Nacional de cualquier error, de la crisis política y económica, o de que hasta ahora no se haya logrado el reconocimiento internacional. Cualquier éxito o fracaso debe achacarse al bipartidismo.

Con esta pretendida denuncia contra al Partido Nacional, lo que evidencia esta minoritaria dirigencia golpista Liberal, es que antes, durante y después del golpe de Estado perdieron cada batalla, por pequeña o grande que fuera, frente al Partido Nacional. Basta con recordar las actuaciones de los dos pre candidatos mientras se trataba de restituir al presidente Zelaya o cuando estuvo en la embajada de Brasil. Elvin Santos nunca escondió, ni por estrategia, su acuerdo, lo que lo implica directamente, con el golpe de Estado. En cambio Pepe Lobo la hizo de equilibrista: de que sí, de que no; de que tal vez, de que quién sabe, y así se fue, sin faltarle el respeto a Mel, llamándole siempre presidente. Por su lado Santos no pudo controlar ni siquiera su lenguaje corporal contra el presidente Zelaya. ¿Inmadurez política o mal asesoramiento?

Existen dirigentes del Partido Liberal que no participaron en el golpe, todo lo contrario, se opusieron al mismo y condenaron ese hecho abominable en pleno siglo XXI, entre tantos está don Jaime Rosenthal Oliva, Gloria Oquelí, Rafael Barahona, Yani Rosenthal Hidalgo, Neemías Martínez, Alejandro Villatoro, Edgardo Castro, y cantidad de hombres y mujeres liberales. El gran reto que tienen estos líderes es convencer a la base liberal que por unos, tal parece, han perdido la fe en todos.

Conversando con el periodista Julio Ernesto Alvarado, concluimos que por muy buenas intenciones que tengan estos lideres por reunificar al Partido Liberal, son pocas las esperanzas de resurrección, puesto que no se trata de contradicciones internas propias de los partidos y organizaciones, sino de un golpe de Estado que, como bien lo expresa el presidente Manuel Zelaya en su carta (fechada en Santo Domingo, el 3 de febrero del 2011): “Esa dirigencia ambiciosa y pusilánime, y corrupta, asociada con la CIA, el Pentágono y las diez familias que conforman la oligarquía hondureña, son los responsables directos de este drama que mancilla todo lo honesto y digno que existe en el pueblo de Honduras.

De esta traición sin paralelo han quedado secuelas imborrables de corrupción, asesinatos, crímenes, violaciones, torturas y delitos de lesa humanidad; sin embargo, ninguno de estos hechos permanece oculto, y ya se actúa en tribunales internacionales para garantizar que ninguno de ellos quede impune, que todas las victimas obtengan justicia y reparación, y el honor de la patria pronto sea restituido plenamente.”

Es utópico adjudicarle al Partido Liberal las virtudes del Ave Fenix, no obstante nunca debe de darse por descartado todo, quizá la estrategia inmediata de estos dirigentes liberales sea encontrar con el Frente Nacional de Resistencia Popular, puntos convergentes, que se sobrepongan a las diferencias y armen una nueva estructura política en donde tenga cabida toda esa dirigencia y base liberal que no tiene ninguna culpa que a unos cuantos dirigentes les diera por la aventura de llevar al país y al partido al caos en el que hoy se encuentran.

Nueva York NY 07 febrero 2011.

robertoquesada@hotmail.com