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martes, 22 de febrero de 2011

Apuntar fino al objetivo por Samuel Trigueros

“Mido con metro, marco con tiza y corto con hacha.”
No sé quién lo dijo


La asamblea departamental de Francisco Morazán alcanzó su objetivo de estructurar una coordinación incluyente, democrática, en la que todas las expresiones organizadas que confluyen en el Frente Nacional de Resistencia Popular tuviesen la oportunidad de elegir y ser electos.



Sin embargo, algunos “grandes detalles” de este proceso organizativo son preocupantes, aunque comprensibles y superables en la medida en que vayamos despojándonos de la vieja piel política aprehendida –por inmersión o exposición- en la práctica partidaria y carnicera con que las cosas se han manejado inveteradamente en Honduras.



A la satisfacción natural de haber consumado una etapa más en el avance del FNRP hacia su estructuración orgánica como aduana imprescindible hacia la toma del poder, siguió –al menos en mí- el acto reflexivo de la experiencia. Vistas así las cosas, en retrospectiva, saltan a la vista las bondades y lunares que signaron ese acto soberano. Me ocuparé de señalar algunos de esos detalles observados, con la intención de confrontarlo con la visión de otros compañeros y compañeras y tomar las precauciones necesarias y posibles de cara a la Asamblea Nacional del FNRP del 26 de febrero de 2011.



Lo primero que hay que decir es que adolecemos de irresponsabilidad a la hora de asistir a la cita pactada: hacemos honor a lo que se conoce como “hora hondureña”; es decir, a la impuntualidad, lo cual tiene repercusiones en la agenda a desarrollar. En este caso, la “hora hondureña” debería ser la correcta, la pactada, la que se dijo en la convocatoria, considerando que no estamos asistiendo a una cita baladí, sino a un momento histórico en el que está en juego el futuro de la patria ¿Tema irrelevante este? Pues su importancia se manifiesta cuando el tiempo que necesitamos para discutir las propuestas y contrapropuestas resulta insuficiente –porque llegamos tarde, iniciamos tarde y, además, somos desordenados e irrespetuosos para la argumentación, el debate, la elección, etc. Y, de paso, nos queremos ir temprano a la casa para ver por televisión el partido de futbol que transmite el patrón-, dando como resultado decisiones apresuradas, a matacaballo, no suficientemente reflexionadas, que luego transmitirán el error a las estructuras superiores del organismo que estamos construyendo “desde abajo”.



Es evidente, también, que la comprensión de construir poder popular no alcanza muchos de nuestros hábitos y, a la hora de poner nombres en los cargos de la estructura, salen a flote los afanes protagónicos de personas, organizaciones y gremios, quienes primero llevan como objetivo copar los espacios de coordinación –asegurando así que sus posicionamientos, idearios y practicas predominen- y después que las personas sean las idóneas para cada cargo. No quiero decir que está mal que intentemos llevar nuestro pensamiento a todos los niveles del FNRP, pero debemos buscar un equilibrio representativo, que garantice la participación del mayor porcentaje de diversidad. Además, debemos estar claros acerca de lo que pretendemos al organizar el Frente: intentamos crear una estructura operativa (no decorativa) que funcione de manera eficaz contra el avance metódico, sistemático de la derecha. No se trata inventar vitrinas políticas para masajear el ego de ningún caudillo, no se trata de llevar la representación de los gremios, organizaciones y estructuras de base al absurdo de poner a la mayor parte de militantes de ese gremio, organización o estructura de base, sin importar si este o esta es la persona capaz de enfrentar el reto con las herramientas adecuadas. Se trata de lograr un cuerpo de coordinación en el que se equilibren la audacia, la habilidad, el liderazgo y la sabiduría de enfocar las fuerzas acumuladas de la resistencia hacia los objetivos tácticos que exige la toma del poder como requisito para la construcción del socialismo. Así de claro.



Cuesta mucho señalar este aspecto, sin el temor de ser calificado de excluyente, discriminatorio y demás términos utilizados cuando se quiere abusar del carácter democrático, participativo, incluyente que el FNRP pregona; pero debe entenderse que defender esos postulados no significa caer en la anarquía, en la ausencia total de límites y métodos, en el molote ¿Acaso el mismo hecho de intentar organizar el Frente en todos sus niveles no apunta a la necesidad de contar con un aparato racional que encauce las fuerzas acumuladas hacia un objetivo concreto, definido, alcanzable? ¿No es el marxismo, el socialismo un proceso científico para alcanzar el poder y construir una sociedad más justa?



Fue triste ver “en vivo y a todo color”, sin ningún escrúpulo, como compañeros y compañeras se daban a la tarea (aparentemente natural) de conspirar contra otras expresiones organizadas presentes en la asamblea, armar sus aplanadoras de juguete para aplastar las propuestas de candidatos y candidatas de los demás, “echar humo” pensando –in situ- a quién de su organización o gremio proponer como candidato/a a los cargos disponibles, no porque el compañero o compañera propuesto fuese el idóneo, de acuerdo a capacidades y experiencia y no, simplemente, porque milita y “forma parte de…”, porque la organización o el gremio tiene que estar en todos los niveles de la estructura. Recordemos en este punto lo de operativo, en contraste con lo decorativo. No se descarta la capacidad humana de aprender, pero las tareas urgentes a las que este proceso histórico nos aboca exigen que lleguemos con un nivel mínimo de comprensión y realización de las funciones específicas que definen el cargo que vamos a sumir. Necesitamos reducir al máximo la posibilidad de error, para no prolongar –por negligencia nuestra- las cadenas y opresión de todo un pueblo; para tomar el poder en el menor plazo de tiempo posible.



Por supuesto que el proceso se va perfeccionando, pero no es necesario que bajo el pretexto –que no bajo el argumento- de lo participativo, lo democrático, lo incluyente, aceptemos que el secretario de actas carezca de todo conocimiento gramatical y no tenga la menor idea de cómo se redacta un acta, por poner un ejemplo. Siendo así quien ocupe los cargos, por supuesto que el Frente funcionará, pero funcionará mal, hasta producir fracasos y desaliento, pérdida de territorios que serán cedidos a la derecha, en lugar de triunfos parciales acumulativos y victoria final.



Un gran porcentaje de compañeros y compañeras han evidenciado que su idea de poder popular excluye todo sentido de método, respeto y orden; y se aplican con verdadero fervor al grito desaforado versus la exposición de ideas (una compañera artista hizo de su silla pedestal para los gritos y el denuesto, esta vez sí excluyente, irracional e intolerante), a la carnicería política en el que quien menos galillo tiene, menos pinol traga y se convierte en débil presa. Esto situación hace que algunas propuestas de elección resulten equivocadas y, consecuentemente, nos coloquen ante fracasos anunciados si soslayamos el problema y no buscamos las soluciones, propósito final de estas palabras. Por ejemplo: dado que para contar con un equilibrio de género en la delegación de cargos por la asamblea hasta ahora sólo se ha aprobado el método de dos candidatos por cada cargo (un hombre y una mujer), entre los cuales se escoge al propietario/a del cargo, el número de alternativas es pobre, sobre todo cuando se considera que este candidato y candidata al cargo será de la organización o gremio que arrebate primero el micrófono, del que cuente con proponentes armados con buenos diafragmas de los cuales salen estentóreas propuestas, quedando al margen otras personas cuya experiencia y capacidades serían más útiles para el Frente, pero que no cuentan con “barra” que grite su nombre en el momento preciso ni se lanzan a la arena de los gladiadores.



Otras propuestas de métodos han surgido, entre ellas: que para cada cargo se propongan dos hombre y dos mujeres y que de entre los cuatro salga el elegido/a; que la coordinación sea compartida por un hombre y una mujer, para evitar que el poder se concentre y procurar que la coordinación cuente con la garantía de la visión de ambos géneros; que el número de candidatos/as sea ilimitado pero condicionado por la cantidad de perfiles disponibles en la asamblea para cada cargo. Sin embargo, a pesar de estas y otras posibilidades, sólo la de dos candidatos (hombre y mujer) ha sido probada en las asambleas de Tegucigalpa.



Otra situación que señalé en la asamblea departamental es la de que no tiene sentido hacer conteo de abstenciones si estas no tienen mayor validez que la que tienen en los procesos electorales que maneja el tribunal Supremo Electoral en los procesos seudodemocráticos de Honduras. El caso de las últimas elecciones es un ejemplo claro de que la única función que debería tener el abstencionismo es la de legitimar un proceso que instaura la legalidad que el pueblo delega en sus gobernantes. El abstencionismo es algo más que la pereza del pueblo para desplazarse a las urnas. El abstencionismo es la expresión real del grado de aprobación que el pueblo, la asamblea, el soberano, otorga a los candidatos/as en contienda política. Pepe Lobo lo sabe tan bien que tuvo que inflar sus resultados personales para ocultar (¿lo creerá él?) el grado de desaprobación que significó que la masa popular en resistencia (de todas las expresiones organizadas y no organizadas) otorgó a los candidatos que se postularon. La moción que presenté fue que, de resultar mayor el abstencionismo en cada elección de cargos, se considerara que no había suficiente respaldo de la asamblea para ninguno de los candidatos/as y se procediera a una nueva elección con nuevos candidatos/as al cargo. No pasó mucho tiempo para que esta situación se presentara en la práctica: a la hora de elegir la coordinación de asuntos legales del departamento de Francisco Morazán, el abstencionismo de la asamblea fue totalmente superior a la suma de votos combinados de los dos candidatos propuestos. Las acusaciones y contraacusaciones de dos facciones del Frente de abogados terminaron generando falta de credibilidad para ambos, por lo cual la elección tuvo que posponerse y pasar a otros cargos.



Todo esto tiene que ser analizado desde todos los ángulos posibles, con la intención de apuntar cada vez más fino a la estructuración de un Frente no sólo grande y pujante, sino también eficaz en el alcance de sus objetivos de corto, mediano y largo plazo (Porque hay objetivos de largo plazo. No todo se reduce a la posibilidad de ir a unas elecciones que, de no contar con la fuerza necesaria que obligue a un proceso electoral con suficientes garantías, podría representar un enorme fracaso y pulverización de esas fuerzas acumuladas, obligándonos a empezar de nuevo, golpeados una vez más, en esta ocasión por nuestros desatinos).



Para la asamblea nacional del FNRP, el 26 de febrero, al menos deberíamos considerar:



•Un proceso de planificación sencillo pero que cumpla con los requerimientos mínimos de: acreditación, seguridad, distribución de espacios físicos que ocuparán los delegados/as, sistema de sonido primario y de respaldo que no dependa de energía eléctrica, primeros auxilios, recopilación de datos que genere la asamblea…
•Agenda apropiada en la que el debate sobre las vías para la toma del poder ocupe lugar primordial, equivalente al menos a la elección de cargos, con sistema ordenado y verificable de conteo de posicionamientos de los delegados/as que llevan la voz de la base.
•Apertura para posibilidades de métodos de propuesta y elección a cargos, que corrijan las debilidades que al menos en la asamblea departamental de Francisco Morazán se observaron; y que garantice la mayor pluralidad, inclusión y participación, de acuerdo a la naturaleza y exigencias de los cargos. Esto, por supuesto, amerita la mayor honestidad de las organizaciones, gremios y personas que componen el FNRP para ceder espacio a los demás cuando no cuentan con el candidato/o idóneo para la operatividad del Frente.
•Aplicación estricta de normas parlamentarias y control de expresiones irrespetuosas que atenten contra la dignidad de las personas, independientemente de su género, etnia, religión, tendencia política, orientación sexual y cualquier otra consideración, con aplicación de sanciones inmediatas que garanticen el orden, racionalidad y cumplimento de la agenda aprobada.
Las recomendaciones pueden ser muchas más, el debate está abierto y la tarea a la vista. Ojalá estas y otras observaciones que, seguramente tienen otros compañeros y compañeras lleguen a los equipos de planificación y ejecución de la Asamblea Nacional del FNRP, para que al final de la jornada más encontremos más cerca del objetivo.



Resistimos. Venceremos.

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