“Si los ciudadanos practicasen entre sí la amistad, no tendrían necesidad de la justicia”—Aristóteles.
No, no mal interpretar, el título del presente no significa que Renato, Rodrigo y yo estemos en una guerra y vayamos ahora a darnos una tregua. No, nada de eso. Es sencillo, en un principio pensaba escribir algo que se llamara solamente: Tregua navideña. En donde pediría que, aunque fuera por una semana, ojalá bajara el nivel de tensión que se respira en Honduras. Nadie vaya a decirme lo contrario, que porque las tiendas están llenas, la gente no cabe en el mall, o porque se escucha música por aquí y por allá, petardos, significa que todo mundo está feliz. No, la inestabilidad política afecta todas las facetas de un país. En el fondo la mayoría, aun riendo y bailando, sabemos que el riesgo de que las cosas caminen a peor, es latente. En palabras cervantinas: La procesión se lleva por dentro.
Desistí de escribir lo de la tregua navideña por una pregunta que me hace un lector a través de Facebook, estos lectores y lectoras míos no son fáciles, hacen preguntas de difícil respuesta y comentarios profundos. Esto lo agradezco sinceramente, pues es el combustible que me alimenta y hace posible que trate de escribir lo mejor posible, para no defraudarles. A quienes, por falta de tiempo, no he podido responder sus correos, prometo hacerlo en estos días de vacaciones navideñas. Ya que me gusta hacerlo individualmente. Paciencia.
Pues provocado por mi artículo del jueves pasado, Armas enterradas en la casa de Chando (Tiempo 16/12/10), en donde menciono a varios colegas periodistas, entre ellos a Renato Alvarez y a Rodrigo Wong Arevalo, este lector, Jorge Prudot Bardales, me hace una de esas preguntas que hasta al más avezado, le cuesta responder. Aquí viene: “Saludos Roberto. La amistad se sustenta en valores. ¿Siguen Renato y Wong Arevalo siendo amigos tuyos? No tengo el arte para preguntar sin parecer inquisidor. Es curiosidad simple y sin alcances mayores".
¡Ufff! Vale más que aclara que la pregunta es sin “alcances mayores”, ¿qué tal si lo fuera? No es buena la pregunta sino extraordinaria, posiblemente se la harán muchos lectores. Imagínense, en mi condición de figura pública, de escritor reconocido y de diplomático que ha recibido por 14 años a la prensa y a la diplomacia hondureña en Nueva York, pues qué decir.
Comenzaré por decirle a Jacobo Prudot, de que lo del golpe de Estado, lo de la ruptura constitucional, nunca la he asumido como un asunto personal entre equis (o varias equis) personas y yo, sino desde mis convicciones humanas y políticas, intelectuales y hereditarias, es algo con lo que no puedo comulgar. Tampoco, como escritor consciente, equivocado o no, de lo que es nocivo para mi país, guardar silencio, como diría Froylán Turcios y José Adán Castelar, hubiese sido compartir el crimen. Entonces he estado y estoy en contra de un acto (el golpe de Estado) del cual se derivaron y se derivan (porque esto no ha terminado, la crisis económica que podría, incluso, llegar a hambruna, puede desatar una avalancha de ingobernabilidad en donde la gente se vea obligada a asaltar supermercados y otros negocios donde haya alimentos) otra serie de actos, como lo es la represión al pueblo hondureño.
Para mí, como diplomático, era plantear la situación tal como fue a la comunidad internacional, en lo que trabajé (días, noches y fines de semana) bajo el mando del embajador Jorge Arturo Reina, hasta finales de mayo de este año. Por ejemplo, hay gente de la Resistencia que está siendo exageradamente drástica con Reina, no creo que sea justo, es tener memoria corta porque él se fajó en las Naciones Unidas, flanqueado siempre por el embajador alterno Marco Antonio Suazo y este servidor. No se debe, de la noche a la mañana, borrarle esos méritos al embajador Reina. Por supuesto, sumado a esto yo tenía y tengo otra responsabilidad, quizá más difícil y efectiva que la diplomática, la de escritor hondureño con reconocimiento internacional. Y otra más, pertenecer a un Diario como Tiempo, que es vox populi que es liberal, pero aun así se opuso frontalmente, en defensa de las mayorías hondureñas, a lo que encabezó un grupito de liberales acompañados con gente de otros partidos, como del Nacional y otros minoritarios. Como puede verlo amigo Prudot Bardales, bajo ninguna circunstancia yo la tenía fácil.
Yéndome directamente a su pregunta, sinceramente que no sé qué responderle. Quizá habría que hacerle la misma pregunta a Rodrigo y a Renato, basados en sus respuestas yo podría responder la mía. No puedo desconocer, por ejemplo, que Rodrigo me ha apoyado mucho en la divulgación de mi obra literaria en Honduras, y cuando la reciprocidad lo ha permitido, yo le he correspondido como en el caso de respaldarle para la TEN, Televisión Educativa Nacional. En cuanto a Renato pues nuestra relación no ha sido tan estrecha como con Rodrigo, no obstante, siempre hemos tenido muy buena comunicación. De hecho, cuando él andaba angustiado, frustrado y enojado porque le había caído una tormenta de críticas por haber cantado con Camilo Sesto, lo apoyé. Fue en esos momentos en que el respaldo moral es tan necesario, en donde le dije que cantar hasta en circunstancias adversas hace bien al alma. El me agradeció pues dijo que lo reconfortaba viniendo de un escritor “de tus kilates”.
Por ejemplo, Armando Villanueva y yo somos amigos hace muchísimos años, yo me veo discrepando con él frente a un asunto de interés nacional, en desacuerdo, cuestionándolo o cuestionándome él, pero no alcanzo a entender que eso se convierta en una enemistad. Sus hijos me quieren mucho y yo los quiero, han estado en nuestra casa en Nueva York, ¿y cómo explico yo que esos niños que me quieren de la noche a la mañana son mis “enemigos”? Ya ve, las estupideces que hacemos los adultos, como romper el orden constitucional, que muchas veces arrastra hasta nuestros niños y niñas que lo único que quisieran es jugar y reír.
Creo que ha habido después del 28 de junio del año pasado una contienda entre escritores, periodistas, analistas, etc., en cuanto a quién convencía a quién de que fue o no golpe de Estado. Ya esto no vale la pena discutirlo, el mundo así lo calificó, pero como aun existían quienes acusaban al mundo de mentiroso y equivocado, pues ya el Informe Llorens y la carta de los Oficiales de las Fuerzas Armadas, le pusieron la tapa al pomo, no hay nada que discutir: fue golpe de Estado militar. Si las cosas no hubiesen sido así, sino al revés, le aseguro amigo Prudot Bardales, que yo hubiese escrito aquí, en Tiempo, un artículo pidiendo disculpas, aceptando mi error y mi derrota. Pero como nos asiste la razón, tampoco me vanaglorio de ello sino que me limito a esta cita que se la adjudican a uno y otro pero que ya es del dominio público: "Implacables en el combate, generosos en la victoria".
¡Feliz Navidad!
Nueva York NY 20/12/10
robertoquesada@hotmail.com
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