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jueves, 21 de octubre de 2010

Jose Manuel Zelaya



En las últimas semanas se ha reavivado el debate sobre José Manuel Zelaya, no tanto sobre su retorno a Honduras, el cual es un mandato claro del derecho internacional y lo que queda de la institucionalidad local. Ayer un abogado auto proclamado resistente, en un afán claramente inspirado en la casa del imperio, decía a un medio de comunicación “…Zelaya retrasa el proceso hondureño…”; una compañera suya de aventura reforzaba el argumento diciendo “…el abogado le ha demostrado su lealtad al presidente Zelaya, incluso cabalgó por las montañas para poder verlo en Nicaragua…”.


En un debate completamente distinto, compañeros exponían la tesis de que la CIA, a través de la OEA, pretendía traer a Zelaya a Honduras para “blanquear” el Golpe de Estado, y que, en consecuencia, había que evitar la consigna del regreso del compañero, pues es parte de la conspiración gringa para dominar nuestro país.



Increíblemente, la derecha y la izquierda tienen el mismo discurso respecto a Zelaya y su regreso. El mismo abogado, afirmaba que “…debemos dejar de producir relaciones antagónicas en nuestra sociedad…”; otros compañeros hablaban de momento insurreccional y las vías para avanzar hacia el socialismo, y ponían de ejemplo a los bolcheviques y su gesta en 1917, otra vez la discusión de carácter seudo ideológico, para justificar posiciones completamente equivocadas.



Hace un par de días se publicó en un medio digital venezolano un artículo que retaba a Zelaya a regresar a Honduras a dirigir a su pueblo, e implicaba la cobardía del presidente, pues era incapaz de caminar a inmolarse, y llevar con él al pueblo a esta aventura romántica pero a todas luces estúpida.



Se ha pretendido dar una connotación dialéctica a la descalificación de Zelaya como líder, debido a sus orígenes, a su falta de discurso consistente y a su tendencia caudillista. Se asocia a él un fantasma electorero, que según todos los apologistas de esta tesis, nos alejara de la verdadera revolución y la refundación del país; otros ha afirmado estar en disposición de construir poder popular por 20 años más si hace falta.



Analizando estas posiciones, y otras menos públicas, llegamos a entender porque el golpe sucede sin que el pueblo estuviera listo para defender la institucionalidad, aunque el espíritu de las bases apunta a respaldar el retorno del defenestrado presidente. El proceso de cambio, todavía incipiente al momento del golpe, se encontraba bastante solitario, y los cálculos de los diferentes actores apuntaban a que había que ser cautos con Manuel Zelaya. Que gran ironía; para la derecha el presidente era poco confiable porque se acercaba al comunismo, mientras para la izquierda no era confiable por ser enemigo de clase.



Incluso los medios, pro golpe o anti golpe, confluyen en criterios anti-Zelaya, a pesar de que el pueblo sigue, después de 15 meses, esperando que este aparezca en el país y resuelva la crisis que se vive en todos los niveles de la sociedad y en todas las organizaciones que dan vida a la discusión sobre el desarrollo de la sociedad. ¿Sera posible que las dirigencias, normalmente irreconciliables puedan encontrarse en este delicado punto de la historia nacional?



El presidente parece condenado a vivir en medio de traiciones de muchos que le proclaman lealtad y el escarnio que diariamente procede de los que se declaran sus enemigos. Todo esto tiene una explicación sociológica y otra política, y todo refleja el oportunismo y el falso pragmatismo de grupos anquilosados, dogmatizados pero no marxistas, y las derechas más feroces y cavernarias del istmo.



Es evidente que hace falta mucho análisis para reemplazar los dogmas en el pensamiento de amplios sectores populares; acaso no les ha sido posible ver que Zelaya, en su condición de terrateniente ha sostenido una relación feudal cercana a la miseria de miles de compatriotas desde sus primeros años de vida. Es posible que él haya tenido más interacción con la miseria que la mayoría de los que hablamos, escribimos o dirigimos movimientos sociales, con las excepciones del caso.



También resulta inobjetable la voluntad de Zelaya de cambiar el papel reservado a los presidentes de Honduras que nos ha dado tantos gerentes pero ningún líder. La sola actuación de dignidad de Zelaya frente a la clase dominante que pretendía manejar su agenda, y su disposición a avanzar a estadios más independientes y soberanos, nos debería hacer reflexionar sobre la dimensión del pensamiento que se nos pone de frente.



Es en la determinación de este hombre que encontramos las causas del constante hostigamiento al que fue sometido por la oligarquía nacional desde el comienzo de su administración. Las razones del golpe, tendríamos que buscarlas en Washington, donde se aprovechó el analfabetismo político de muchos individuos inescrupulosos, para atentar contra la democracia de un país, con el único objetivo de atacar la verdadera integración latinoamericana.



Al presidente Zelaya le tocó vivir momentos difíciles frente a la prepotencia de una clase dominante, acostumbrada a pagar los caprichos de los presidentes a cambio de administraciones sumisas y traidoras. Es necesario estudiar este fenómeno, enfrentar la oligarquía beduina, y a la CIA no es una tarea fácil, y hacen falta muchas convicciones y valor para emprender una ruta de la mano del pueblo hacia nuevos derroteros a pesar de la voluntad esos que nos han sometido por décadas.



Por eso es importante que los argumentos se consoliden científicamente, con análisis profundos y serios, tomando en cuenta fundamentalmente la naturaleza económica de las relaciones de poder; si logramos llegar a este enfoque habremos encontrado un camino para entender la relación intrínseca y necesaria entre la figura de liderazgo de José Manuel Zelaya y el pueblo hondureño en resistencia. Cualquier análisis doctrinario de esto nos llevara a conclusiones alejadas de la realidad y erróneas, que solo favorecen a quienes en verdad se constituyen en enemigos del pueblo.



Pensemos, actuemos y pensemos, pero nunca dejemos de pensar


Wikio

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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