El nombramiento de Jorge Arturo Reina como embajador itinerante de Honduras ante la UNASUR es, en la práctica, la utilización de un medio diplomático para impulsar la normalización de las relaciones bilaterales con los países de esta entidad suramericana, de acuerdo con los intereses del gobierno hondureño dirigido por el presidente Porfirio Lobo Sosa.
Aunque este nombramiento ha provocado alguna controversia por parte de algún foco recalcitrante del sector golpista, lo cierto es que responde a una forma pragmática de manejo diplomático usado en todas partes del mundo, ya que el embajador itinerante es lo mismo que un embajador en misión especial.
El embajador itinerante o embajador en misión especial es del nombramiento exclusivo del presidente de la República para que realice misiones confidenciales en asuntos que interesan al mandatario, y, por lo tanto, se constriñen a lo que éste dispone u ordena. En ningún caso el cumplimiento de estas misiones confidenciales quedan al arbitrio o la voluntad del embajador, pues forman parte inalterable de la agenda del gobierno.
Por regla general, un embajador itinerante no tiene facultades de mediador, y, en el caso que nos ocupa, no podría considerársele como tal porque Honduras no tiene ningún litigio ni conflicto con UNASUR ni con los países que la integran. Tampoco, por su condición itinerante, tiene este funcionario una base fija.
La diferencia entre un embajador itinerante o en misión especial y un embajador residente es, de conformidad con la Convención de Viena, que el Estado receptor no otorga al itinerante las inmunidades y privilegios que concede al residente, y solamente el trato especial que el Estado prodiga a los visitantes oficiales de alto rango.
En algunas ocasiones, como en ésta de referencia, nuestros gobiernos han nombrado embajadores itinerantes sin que ello haya causado urticaria en personas o grupos de oposición. No se trata, por supuesto, de inspectores de embajadas, que es una cuestión meramente administrativa. La función del embajador itinerante es eminentemente política.
Señalamos lo anterior porque es muy importante que la opinión pública tenga un concepto claro del esfuerzo que hace el gobierno para lograr el objetivo de la plena reincorporación de Honduras en la comunidad internacional, en el que juega un rol trascendental la reconciliación nacional, dado que el golpe de Estado del 28 de junio/09 destruyó esa imagen ante el concierto mundial de naciones.
No nos corresponde hacer juicios de valor sobre la decisión presidencial porque en materia diplomática esa delicada responsabilidad no debe ser objeto de juicios o prejuicios personales, de matiz ideológico o de criterios viscerales, ya que lo que prima es el interés nacional que, naturalmente, es la estrella polar del gobernante.
Por lo pronto, deseamos que esta iniciativa ante UNASUR tenga el éxito que todo buen hondureño desea para el bien de su país.
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