* Muchos países latinoamericanos no reconocen el gobierno de Porfirio Lobo
* En el interior, el Frente Nacional de la Resistencia pide el regreso de Zelaya
Un año después, Honduras está lejos aún de superar las consecuencias del golpe de Estado que derrocó al presidente Manuel Zelaya.
A día de hoy, Honduras aún sufre un considerable aislamiento internacional y una importante fractura interna.
En el plano exterior, aunque algunos países han reconocido al nuevo gobierno presidido por Porfirio Lobo, ganador de las elecciones el pasado noviembre, Honduras continúa excluida temporalmente de la OEA y los pesos pesados latinoamericanos siguen sin reconocer legitmidad al presidente Lobo porque los comicios, aunque estaban convocados con anterioridad, se celebraron bajo la supervisión del gobierno golpista.
Fracturas a la hora de reconocer el nuevo gobierno hondureño
En el interior, el Frente Nacional de la Resistencia, que aglutinó la oposición al golpe de Estado, mantiene su rechazo al nuevo presidente mientras intenta consolidarse como un moviemiento político de cara a futuras elecciones.
Hace un año, los militares hondureños sacaron en pijama y a punta de fusil al presidente Zelaya del Palacio presidencial y lo enviaron en un avión al exilio.
Tres meses después, Zelaya regresó de forma clandestina a Tegucigalpa refugiándose durante meses en la embajada brasileña.
Durante todo este tiempo, la fractura entre partidarios y detractores del golpe se ha ido consolidando y también la división en el panorama internacional sobre cómo superar la crisis.
Pese al rechazo inicial y unánime al golpe, Estados Unidos encabezó un movimiento de aceptación al proceso electoral el pasado noviembre y la Unión Europea se ha mostrado partidaria de pasar página.
Aún así, buena parte de los países latinoamericano impusieron la expulsión de Honduras como parte de la cumbre Unión Europea- América Latina.
Fran Sevilla (Corresponsal en Latinoamérica)
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