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jueves, 25 de febrero de 2010

LA DIVERSIDAD SEXUAL DESDE LA RESISTENCIA POPULAR

Cuando la inmensa marcha del 15 de septiembre del año pasado llegó a la plaza central de Tegucigalpa, dos imágenes quedaron grabadas en la mente de muchos: el enorme cordón militar que custodiaba la sede del Congreso Nacional, (ese día en pleno en la ceremonia oficial del Estadio Carías Andino) y la estatua de Morazán, cubierta de banderas de colores: rojas, negras, amarillas, naranjas y violetas, estandartes todas del pueblo en resistencia contra el golpe de Estado.

“Cuando vimos todas las banderas, quisimos poner la nuestra”, dijo Héctor Licona, miembro de la asociación Arcoiris y líder de la comunidad LGTB de Tegucigalpa quien el día de hoy dirigió una reunión en la soficinas del STIBYS para hablar sobre la diversidad sexual dentro de la lucha de liberación nacional. “Subimos nuestra bandera, y por unos cinco minutos la bandera gay ondeó junto a las del resto del pueblo. Luego alguien gritó: Esa es la bandera de los culeros, bájenla y la bajaron”.
Hablar de la homofobia desde la dictadura cívico militar de Micheletti es fácil. Probada está la vinculación del golpismo con los sectores ultra conservadores de la iglesia Católica, el Opus Dei y la confraternidad de iglesias evangélicas; conocida es la cultura homofóbica de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, los medios de comunicación y las instituciones del estado. Para los sectores oscuros del país, la sola idea de diversidad sexual es un atentado en contra de los “valores” tradicionales de la hondureñidad y la combaten con fuerza.

El 16 de Septiembre, un día después del desfile cívico de la independencia, El diario La Tribuna presentó como “nota curiosa”, la foto de dos trans que marcharon en la víspera junto a varios miembros de la comunidad LGTB. “Hemos estado en resistencia desde mucho antes del golpe”, dijo Licona mientras exponía el número de víctimas de la represión a un salón casi vacío, “El golpe de Estado nos ha convertido en presa fácil, somos el sector más vulnerables del frente”.
La legislación hondureña no contempla una clasificación especial para los crímenes de odio, entendiendo estos como una forma de violencia dirigida a una comunidad específica.

Durante los dos años anteriores al golpe de Estado se registraron 18 muertes de hombres y mujeres de la comunidad LGTB. Una cifra alarmante si lo comprendemos como crímenes de odio. Pero más alarmante resulta aún el número de víctimas desde el golpe de Estado. Entre Junio 29 y el 31 de diciembre se registraron 19 asesinatos a miembros de la comunidad LGTB. “Ningún otro sector ha puesto tantas víctimas”, declara Licona, “Hemos sido el sector más golpeado del frente y hasta el momento todas esas muertes permanecen en la impunidad”.

El día 20 de Septiembre, cinco días después del desfile cívico de independencia de la Resistencia y cuatro días después de haber aparecido su fotografía en la nota curiosa del diario La Tribuna, Jorge Miranda “Salomé” y Carlos Reyniery “Sayda” fueron asesinados a balazos en un barrio de Choloma al norte del país.

El mismo diario reportó que de las muertes habían sido producidas por un miembros de la misma comunidad LGTB, luego, sin indagar más en el caso, el crimen se perdió en el olvido. Explicaciones similares presentan los medios a cada una de los asesinatos de la comunidad, sin embargo, no se ha presentado un tan solo responsable.

La impunidad es en la actualidad una realidad con la que tenemos que enfrentarnos desde el FNRP. No hay un solo procesado por los múltiples asesinatos y torturas que el pueblo en resistencia ha tenido que sufrir en estos últimos 8 meses. Pero la impunidad ha sido una constante desde hace muchos años en los crímenes cometidos en contra de la comunidad LGTB.

Hace un par de años, Dany Reyes, líder de la comunidad LGTB, fue arrestado por la policía y llevado a una posta en Tegucigalpa. Nelson Garay, oficial a cargo de la estación, fue quien detuvo a Reyes llevándolo a la celda. Al ingresarlo, manifestó a los demás detenidos: “aquí les traigo un regalito”. Reyes fue víctima de múltiples violaciones durante estuvo detenido por la policía. El caso llegó a los juzgados y a pesar que Garay fue sentenciado por el crimen, nunca recibió condena.

El 13 de diciembre fue asesinado Walter Tróchez, miembro activo de la comunidad y defensor de los derechos humanos quien desde CIPRODEH había cumplido un trabajo ejemplar localizando detenidos y procurando su liberación. Hay muchas pruebas en el asesinato de Tróchez que inculpan grupos paramilitares ligados a los cuerpos represores del estado, una semana antes había escapado de su poder y denunció como el vehículo que lo secuestró se movía sin problemas entre los múltiples retenes policiales, estaba en proceso de trasladarse al extranjero por temor a que las amenazas en contra de su vida se cumplieran.

Cuando su asesinato se produjo, hubo una gran conmoción en el FNRP, así como condenas de las distintas organizaciones defensoras de Derechos Humanos a nivel mundial. “Su muerte pudo haberse prevenido”, dijo José Sambrano, directivo de Renacer, organización que trabaja en atención con las personas que viven con el VIH-SIDA y compañero de trabajo de Tróchez. “Pero dejaron que lo mataran, porque no tenía dinero y porque era gay”.

Para poder ser recibido en el extranjero en condición de asilado, Tróchez debía ser recibido por una organización gay del país receptor. La búsqueda puede tomar varios días, demasiados para Walter.

El día que Walter Tróchez fue sepultado, y a pesar de la conmoción que su asesinato produjo, hubo poca presencia del Frente Nacional de Resistencia Popular, su sepelio lució casi bacío. “La Resistencia es una grandísima familia, diversa, que refleja toda nuestra sociedad y todos nuestros prejuicios”, dijo la abuela de la resistencia al tomar la palabra en la reunión sobre diversidad sexual, “no se nos puede culpar por ser lo que siempre hemos sido, por ser como nos educaron”.

La refundación del país es un proyecto sumamente complejo que parte desde nuestras propias organizaciones populares. La hondureña, es una sociedad sumamente cargada de vicios y prejuicios. Machistas, sexistas, clasistas, homofóbicos son solo algunos de las actitudes que debemos comenzar a cambiar. Discutir sobre la diversidad sexual y reconocer nuestros prejuicios es un primer paso importante para hacerlo, pero aún insuficiente.

En las calles de Tegucigalpa un joven escribió un “insulto” para una de las figuras más controversiales del golpe de Estado, con pintura negra, en las paredes de los muros de la catedral, se puede leer “Cardenal culero”.

Oscar Estrada
19 de febrero 2010

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