La presión crece sobre Honduras para poner fin a la crisis golpe de Estado

De Honduras, de hecho el gobierno fue objeto de una creciente presión sobre el martes para restaurar las libertades civiles y negociar un fin a una crisis de tres meses ha disparado cuando el presidente Manuel Zelaya fue derrocado en un golpe de Estado. Zelaya, un izquierdista que irritó a los legisladores conservadores y líderes de negocios, fue derrocado por el ejército en junio y enviado al exilio. Pero, en secreto, cayó de nuevo en el país hace una semana y se refugió en la embajada de Brasil. Líder de facto de Roberto Micheletti, ha ordenado la detención de Zelaya, suspendió las libertades civiles, cerrar las estaciones de dos medios de comunicación leales a Zelaya y advirtió de que Brasil tiene 10 días para decidir sobre la suerte del líder depuesto o su embajada estará cerrada. Las medidas han provocado la condena generalizada, y el secretario general Ban Ki-moon, Micheletti dijo el martes a levantar las restricciones a las libertades civiles y deje de amenazar la embajada de Brasil. "Estoy profundamente preocupado por los acontecimientos en Honduras. El estado de emergencia ha aumentado las tensiones", dijo en una conferencia de prensa en Nueva York. "Una vez más un llamamiento para la seguridad del Presidente Zelaya. Insto a todos los actores políticos a que se comprometan seriamente con el diálogo y los esfuerzos de mediación regional". Brasil, el diplomáticas regionales de peso pesado, ha desestimado plazo Micheletti y quiere más presión internacional sobre su gobierno para forzar una solución. Los Estados Unidos también ha pedido que Micheletti retrotraer las medidas de emergencia. Pero la administración del Presidente Barack Obama se ha resistido a los llamados a presionar más para el regreso de Zelaya y un funcionario de EE.UU. dijo el martes que el gobierno no está hablando de imponer nuevas sanciones por ahora. Washington también arremetió contra Zelaya, por su papel en la crisis, describiendo su regreso a Honduras sin una solución negociada en el lugar como "tonto". En casa, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva se enfrenta a crecientes críticas por permitir que Zelaya a su vez de su embajada en el centro de la crisis política en Honduras, lo que provocó ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, el martes para pedir a algunos de los partidarios del depuesto líder de desalojar el recinto. Los soldados y la policía antidisturbios han rodeado la embajada de Brasil en Tegucigalpa desde la semana pasada, mientras que Zelaya intenta reunir a sus seguidores a las calles para exigir que se restablezca. Fuerzas Armadas, el general Romeo Vásquez, quien dice que ayudó a orquestar el derrocamiento de Zelaya, para "salvar la democracia", exhortó el martes a un diálogo para resolver la crisis. LEGISLADORES CRITICAR OFENSIVA El gobierno de facto se encuentra bajo la presión de algunos aliados políticos en el Congreso, que criticó la represión de las libertades civiles. Micheletti dejó entrever el lunes que puede levantar el decreto, pero no lo ha hecho y se niega a ceder en el punto de desacuerdo: la restauración de Zelaya. El líder depuesto dice que cualquier acuerdo debe permitir que terminara su período presidencial, que finaliza en enero. "Si Honduras no revertir este golpe de Estado, cada presidente va tener que cuidarse la espalda porque también podría ser expulsado cada vez que la élite económica y militar da la gana", Zelaya al canal de noticias Telesur. Los soldados expulsados a punta de pistola de Zelaya el 28 de junio y enviado al exilio en pijama después de que el Tribunal Supremo ordenó su detención. Sus críticos dicen que violó la ley, presionando para imponer las reformas constitucionales que dicen que han levantado los límites del mandato presidencial. Zelaya niega que quiera permanecer en el poder. Pro-Zelaya protestas para exigir que se le reincorporara han caído drásticamente y la capital ha vuelto a la calma con un toque de queda nocturno sigue en pie. Acordonada por la policía antidisturbios, a menos de 100 partidarios de Zelaya salieron a las calles el martes. Micheletti, parece decidido a resistir hasta las elecciones presidenciales del 29 de noviembre. Pero varios países, incluyendo Estados Unidos, han sugerido que podría no reconocer la votación sin un acuerdo previo. Presidente de Costa Rica Oscar Arias, quien trató de mediar en un acuerdo poco después del golpe, dijo el martes a los candidatos en Honduras deben intervenir para negociar un acuerdo que garantice que el próximo presidente no se enfrentan al aislamiento internacional. "Los candidatos deben ser los más interesados en resolver esto", dijo Arias a la cadena CNN. Un hombre de negocios influyentes, Adolfo Facussé, que apoya Micheletti, propuso el martes Zelaya simbólicamente regresar, pero para terminar su mandato bajo arresto domiciliario y enfrentar cargos de corrupción. Un gabinete provisional de los partidos políticos tienen la autoridad ejecutiva. Zelaya, parece poco probable que acepten el plan. El consenso en la Organización de Estados Americanos sobre cómo manejar la crisis de Honduras se rompió el lunes, cuando los Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Bahamas y Perú propuso descartar el regreso de Zelaya como condición previa a las elecciones. "Aunque todos los países del público exigir la devolución de Zelaya ..., han surgido diferencias en lo que la futura posición a adoptar en relación con las elecciones", dijo un funcionario de la OEA, dijo. El gobierno ha invitado a la OEA que visite Honduras, pero sólo el 7 de octubre a finales de el ultimátum planteado por Brasil para decidir la concesión de asilo a Zelaya o entregarlo a las autoridades hondureñas. Una estación de radio que apoya Zelaya, Radio Globo, reanudaron sus transmisiones a través de Internet el lunes y el martes jugaron la "resistencia" de música y se llama por teléfono móvil de un durazno estrecho de color dormitorio en una casa de seguridad en un estrecho callejón residencial.