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domingo, 20 de septiembre de 2009

DIEZ TESIS SOBRE EL GOLPE MILITAR EN HONDURAS.


En primer lugar, el golpe de estado que le dieron un grupo de empresarios ymilitares-empresarios al presidente hondureño Manuel Zelaya, hace pocosdías, exterioriza la concreción, en todos los componentes de sumaterialización y despliegue, de una especie de experimento o globo deensayo para determinar en lo sucesivo, el comportamiento político que laextrema derecha y la derecha, al parecer no tan extrema, aunque totalitariasambas, seguirán en los países de la región. Del desenlace de esta crisisdepende el curso de acción que seguirán, dando lugar o no, a nuevos golpesde estado, dentro de la modalidad de la clásica gorilada, propia de lasegunda mitad del siglo anterior, o en su defecto, acudirán a otrasmodalidades de desestabilización de una institucionalidad democrática tanprecaria, como es el caso de la existente en la región centroamericana.


En segundo lugar, la decidida y fuerte reacción de la comunidadinternacional constituye un elemento con el que no contaban del todo losgolpistas hondureños y sus aliados, tanto hacia el interior delestablishment estadounidense como en los restantes países de la región, yaque esperaban sólo algunas protestas aisladas que se irían apagando con elpaso de los días. La expulsión de Honduras del seno de la Organización deEstados Americanos (OEA), no sólo marca una vuelta al multilateralismo, sinotambién el rechazo absoluto de la comunidad internacional y regional a laera de los regímenes de seguridad nacional y de las peores violaciones a losderechos humanos, cuyas secuelas todavía se sienten en muchos países.


En tercer lugar, el derrocamiento y expulsión de su país, convirtió alpresidente Manuel Zelaya en una figura política de primer orden, tanto haciael interior de su país como hacia el conjunto de los paíseslatinoamericanos. Este hecho se constituye también en uno de esos efectosinesperados que algunos actores sociales, en este caso la oligarquíahondureña, no estaban en capacidad de prever, en medio de su desesperaciónpor mantener sus privilegios y su dominación, casi absoluta, sobre un puebloque vive en la mayor de las miserias, casi sin derechos políticos y socialesefectivos, situación que ha llevado a más de un millón de ellos a tomar elcamino de la migración, dentro de lo que constituye un exilio económico,dada la inviabilidad de su mera supervivencia en su país de origen.


En cuarto lugar, el efecto dominó que ya produjo el golpe de estado enHonduras, al desestabilizar todo el tejido político y social del istmo,produjo una absoluta incompatibilidad entre los restantes gobiernoscentroamericanos y el nuevo engendro de la oligarquía y de la derechatotalitaria de la región. En los casos de Guatemala, El Salvador yNicaragua, toda coexistencia con ese régimen resulta no sólo imposible sinotambién letal para los débiles avances democráticos que se habían logrado enesos países, al concluir la guerra civil centroamericana de los años setentay ochenta, en la que por cierto fueron las naciones más involucradas en elconflicto bélico y en sus acciones más cruentas.


En quinto lugar, el golpe de estado del domingo 28 de junio deslegitimó elsistema político hondureño de una manera tan radical que buena parte de losactores sociales y políticos no han logrado darse cuenta de ello. De ahí lano tan ingenua propuesta o creencia, de una parte de los integrantes de lasociedad política hondureña, de que adelantando las elecciones generales,programadas para el mes de noviembre próximo, la crisis política podrá sersuperada. En lo sucesivo habrá que tener en cuenta que cualquier procesoelectoral sin la participación del gran polo de fuerzas políticas ysociales, aglutinadas en torno a la figura del liberal Manuel Zelaya,resulta no sólo ilegítimo, sino también antidemocrático y revestido defuertes componentes totalitarios. Si lo que podríamos calificar como elzelayismo, para llamarlo de alguna manera, no participa en las elecciones denoviembre entrante, será un mero torneo entre las dos viejas opcionesoligárquicas representadas por el Partido Nacional y el Partido Liberal,ambas involucradas el golpe de estado.


En sexto lugar, no debemos olvidar que la meta más importante que sepropusieron alcanzar los golpistas hondureños fue la de dejar intactas lasformas autoritarias y excluyentes de la dominación, con que la oligarquía haoperado, a lo largo de toda la historia republicana de una nación que nuncafue, excepto para un reducido grupo de hacendados y empresarios,acostumbrados a dotarse, de manera despótica, de una mano de obra abundantey barata. Es debido a ello que podrían, de manera eventual, si es que no lesqueda más remedio, aceptar el regreso de Zelaya, siempre y cuando no sehagan nuevas consultas a la ciudadanía y el viejo establishment hondureñopermanezca intacto.


En séptimo lugar, el descarado manejo totalitario y tergiversador de larealidad que lleva a cabo el aparato mediático internacional, representadopor la CNN en español y una cantidad de medios de incomunicación social,existentes en todos los países de la región, no sólo los desenmascaró en suodio común a la democracia, sino que también nos obliga a reflexionar acercadel grave hecho de que se han convertido en la mayor amenaza para losprocesos democráticos y la justicia social en nuestro hemisferio o áreacontinental.


En octavo lugar, el golpe de estado del 28 de junio, en Tegucigalpa no es unfenómeno hondureño, sino que va dirigido hacia la desestabilización de losregímenes políticos de todo un grupo de países latinoamericanos, tales comoVenezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros, que se han salido en granmedida del control hegemónico del imperio del norte y de los viejos estilosoligárquicos de hacer política en nuestra área continental.


En noveno lugar, debemos constatar y asumir las consecuencias de que laderecha totalitaria y sus aliados vergonzantes han pasado a la ofensiva pararecomponer la dominación oligárquica, a través de regímenes fascistas quevuelvan incluso a acudir al empleo de viejas prácticas represivas, talescomo las representadas por los escuadrones de la muerte o elparamilitarismo. La ofensiva fascista es un asunto muy serio en la región yno puede ser ignorada por las organizaciones populares, so pena de incurriren un auténtico suicidio.


En décimo lugar, la actitud asumida por los sectores empresariales del istmofrente al golpe militar en Honduras no sólo demuestra que su única prioridadson las ganancias, razón por las que les causó terror el cierre de lasfronteras con Honduras, sino que en sus tácticas totalitarias estándispuestos a obligar a la mano de obra semiesclava de sus empresas, amarchar por las calles de Tegucigalpa o de San José de Costa Rica, endefensa de sus privilegios e intereses de clase.


Firma responsable: Rogelio Cedeño Castro, profesor de la Escuela deSociología de la UNA.

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